En las noches de primavera, cuando el sol se acuesta más tarde y los días parecen más ligeros y sonrientes, dejamos los niños con los abuelos unas horas y nos encontramos con los amigos en la pizzería del barrio. “Necesito irme de vacaciones, para dejar de trabajar y no pegar brote” dice él con una sonrisa en los labios. Ya debe ir por la segunda cerveza como mínimo, lo sé por cómo se le sonrojan las mejillas. Todo el mundo ríe y sigue hablando, y yo pienso en las cazuelas sucias de aceite en el fregadero, en las horas perdidas haciendo y deshaciendo tuppers para ir a la playa, esperando a que termine la lavadora para hacer la siguiente.Poner, recoger, extender, planchar y plegar. El bucle interminable. Recuerdo por las mañanas calurosas recogiendo los platos del desayuno, esperando que todos se marchen a la playa para hacer las camas, limpiar la casa y dejar la comida preparada. «No joder brote», pienso con sorna. Ojalá pudiera decir esto yo.
Vacaciones sin descanso
Las vacaciones deberían permitirnos descansar y desconectar
Sin embargo, existen diferencias en la forma de vivir las vacaciones dependiendo de si eres hombre o mujer, madre o padre. Aquellas mujeres que son madres, o que deben hacerse cargo de personas dependientes, también suelen realizar las tareas domésticas y de cuidado durante las vacaciones. A menos que el destino sea un hotel “todo incluido”, si las opciones son ir de camping o alquilar un apartamento, las mujeres también deben encargarse de las tareas domésticas y, especialmente, logísticas. La planificación y preparación de las maletas, ropa, accesorios y comida.
En resumen, la carga mental sigue recayendo en ellas. Mientras que muchos hombres pueden desconectar y evadirse por completo, “no joder brote”, ellas deben acordarse de ponerle crema a su hijo o recordarle que debe llevar los manguitos para ir a la piscina.
El mismo rol organizativo también está presente en la playa
Esta sensación de responsabilidad absoluta es muy común entre las mujeres: no poder desconectar porque siempre están pensando en qué hay que comprar, o si la niña necesita un bañador nuevo, tiene un componente de género muy importante. En consecuencia, para muchas mujeres las vacaciones significan cambiar de sitio físico, pero no mental, puesto que no pueden obviar las responsabilidades de cuidado.
Siguiendo este hilo, hemos consultado a nuestras compañeras de oficina cómo lo viven. Sandra (nombre ficticio, con un hijo) explica que cuando ella está de vacaciones “el descanso está ligado a la desconexión de las tareas de oficina, pero no al resto. En este sentido sí descansas, pero sólo en cuanto a la rutina laboral.” El trabajo no remunerado, el de los cuidados, nunca cesa; durante las vacaciones dejamos de “producir” pero seguimos atendiendo a las criaturas y limpiando el baño. Por otra parte, Marina (nombre ficticio, con dos hijos) declara que, a pesar de tener una pareja que se involucra en la crianza, esta tiene “un don para desconectar de todo y no preocuparse”. También afirma que sus hijos la reclaman antes que a su marido.
Aquí entra la culpa, y es que las mujeres tienden a sentir un mayor sentimiento de culpabilidad cuando se permiten desconectar de sus hijos. En otras palabras, es muy importante que los hombres se responsabilicen y se impliquen de forma igualitaria, pero como sociedad todavía tenemos una percepción negativa de las mujeres que deciden desvincularse y dejar que ellos asuman la responsabilidad. Por otro lado, Laura (nombre ficticio, con dos hijos) sí considera que se reparten de forma equitativa las responsabilidades de cuidado durante las vacaciones con su pareja.
A pesar de los avances en materia de igualdad y cuidado, las mujeres siguen dedicando un mayor porcentaje de su tiempo libre a las tareas domésticas. Es más, el estudio de Mottiar y Quinn (2012) demuestra que las tareas domésticas se reparten de forma más equitativa de vacaciones que en el hogar habitual. Sin embargo, se sigue identificando cierta desigualdad en la implicación y el tiempo que dedican los hombres con respecto a las mujeres. Al fin y al cabo, las tareas domésticas se reducen, pero los roles de género asociados todavía persisten.
Las mujeres merecen descansar del cuidado y la crianza, porque también necesitan parar y respirar. Además, es un buen ejemplo para los niños, ya que entenderán la importancia de saber desconectar y dedicarse a las actividades que más les gustan, como leer un libro o hacer deporte. Las vacaciones deberían ser un momento para desconectar del trabajo productivo y reproductivo, pasar tiempo en familia –o no– y leer uno de los libros feministas que hemos recomendado recientemente.😉