Sant Jordi con perspectiva de género
Abril ya ha llegado, y con él la festividad más importante de Cataluña: Sant Jordi. Un día donde los protagonistas son los libros y las rosas, y que gira en torno a una leyenda llena de fantasía, con dragones, caballeros y princesas. Una leyenda que todavía recordamos hoy en día, y que ha convertido el 23 de abril en la tradición romántica catalana por excelencia. ¿Pero qué ocurre cuando analizamos con perspectiva de género este día?
Sant Jordi es una leyenda que transcurre en Montblanc, y que tiene tres personajes protagonistas: un feroz dragón que atemoriza a los habitantes; una princesa en peligro y un valiente caballero que aparece para salvarla. Y aunque es una historia con sólo tres personajes, cuando analizamos estas figuras y los mensajes que transmiten, nos damos cuenta de que ésta es sólo la historia de Sant Jordi: ¡ni siquiera nos dicen el nombre de la princesa!
En la leyenda, el caballero San Jorge mata al dragón para salvar a la princesa, y de la sangre del dragón crece una rosa que San Jorge le entrega como muestra de amor. El hombre, valiente y guerrero, arriesga su vida para proteger a la mujer, y gana la batalla: logra matar a un animal mitológico que había horrorizado a toda una ciudad. Esta épica hazaña le convierte en el hombre ideal; le hace merecedor del amor de la chica que acaba de rescatar. La princesa de esta leyenda, pues, es una mujer que acepta su destino, uno que ya habían aceptado a tantas otras habitantes del reino: convertirse en la próxima comida del dragón. Pero ella, sumisa e indefensa, observa asombro cómo aparece un hombre a su rescate, y acepta la rosa que le entrega el caballero como muestra de amor hacia él.
Cuando simplificamos esta leyenda, queda de manifiesto que el mito del amor romántico sigue una estructura muy habitual: el hombre (sujeto activo) gana el amor de la mujer (sujeto pasivo) porque la salva y protege de una amenaza ( elemento necesario para construir la historia entre ambos). En esta leyenda, como observamos en otras muchas, el amor de la mujer es un premio, una recompensa, que el hombre obtiene gracias a las hazañas que ha demostrado, unas hazañas propias de todo el discurso de masculinidad que hemos mantenido a lo largo de la historia. Pronto, en la leyenda se incorpora el libro: ahora el caballero le entrega una rosa a la princesa, mientras que ella le entrega un libro a su héroe salvador. Él el libro: letra, literatura, conocimiento, historia. Ella la rosa: delicadeza, frágil, belleza efímera.
Afortunadamente, aunque la leyenda perdura, en la actualidad son ya muchas las parejas que regalan rosas y libros teniendo en cuenta los gustos personales, independientemente de si se es mujer u hombre. Hoy en día, el 23 de abril se llenan todas las calles de puestos de rosas y de libros, y celebramos el amor desde la experiencia de compartir y amar con libertad.